Mucho se ha dicho sobre las ventajas del clima en el país, pero éste se convierte
en un desafío al momento de tomar conciencia respecto a la forma de
producir los alimentos y las emisiones de gases que esta actividad
conduce sobre el medio ambiente.
El dióxido de carbono (CO2) es uno de
los gases causantes del cambio climático o calentamiento global y se
encuentra entre los seis principales gases de efecto invernadero. En
agricultura, esta actividad no solo libera CO2, sino otro tipos de gases
que son más contaminantes como metano-que se libera por ejemplo en la
descomposición de los restos de cosecha- u óxido nitroso, liberado en la
fertilización nitrogenada; significando un mayor potencial de
calentamiento global, de acuerdo a Isabel Sandoval, gerente técnica de
Ecoproyectos en Soluciones ambientales totales, Sambito.
Tanto la variabilidad del clima, como el
cambio climático constituyen las principales causas de tensiones entre
la producción y la disponibilidad de alimentos. Según la Organización
Mundial de Meteorología (OMM), alrededor del 50 por ciento de la
variación interanual de la producción se debe a la variabilidad
meteorológica, mientras que anualmente se pierde entre el 5 y el 10 por
ciento de la producción agrícola nacional en los países como
consecuencia de unas condiciones meteorológicas desfavorables.
P
ara
Sandoval, la única manera de compensar los efectos en el medio ambiente
que dejaría la actividad agrícola- área económica más importante
después de la exportación de petróleo en Ecuador, por estar más del 25%
de la población ecuatoriana vinculada a la misma,- es a través de la
siembra de árboles, mediante la compra de créditos de carbono o a través
del apadrinamiento de áreas de bosque.
Así mismo, la implementación de
estrategias de reducción de emisiones; acciones que van desde cambios en
los hábitos o labores. Por ejemplo: compostaje, en lugar de dejar que
los restos agrícolas se descompongan o reciclaje, hasta cambios de
tecnología, tal es el caso de maquinaria más eficiente en consumo
energético, una fertilización más eficaz, una agricultura de precisión,
la rotación de cultivos, asociatividad o agricultura orgánica, se
perfilan entre las principales, antes de dicha compensación.
En el país, no se han realizado
mediciones de los impactos de las plantaciones y se está empezando con
la medición de huella de productos alimenticios en las compañías
mediante inventarios que permitan calcular la huella y para su efecto,
dependiendo de los productos, se destacan normas como la ISO 14067 y la
PAS 2050. En general, esta medición incluye la cadena completa de la
elaboración del producto hasta su disposición final, son antecedentes de
esta tarea, registrados por la empresa Sambito.
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