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Escondida en medio de vegetación y plantaciones de palma, en el cantón Quinindé, se encuentra la finca “Flor del Bosque”, propiedad de una familia cacaotera por excelencia, que a base de esfuerzo, constancia y dedicación han logrado rescatar material vegetal nativo de la provincia de Esmeraldas.Máximo Pincay comenzó a materializar su sueño en 1989, cuando empezó a cultivar cacao por medio de semilla. Para 1993 contrajo nupcias con Gladys Escobar, quien serÃa el motor, junto a sus hijos, para una mejora constante en sus métodos de cultivo.
Máximo relata que en sus inicios no contaban con el apoyo de nadie y en su cultivo no existÃa ningún método tecnificado para la siembra. Sin embargo, en 1996 junto a su esposa recibieron el apoyo de la fundación MCCH (Maquita Cushunchic), que dotó a la familia de conocimientos en contabilidad, administración, agricultura orgánica, podas y poscosecha de cacao.
A partir de ese momento, la finca “Flor de Bosque” dio un giro en su forma de producción y ahora cultiva cacao por medio de injertación, lo que permitió a los esposos Pincay experimentar y seleccionar las variedades más productivas y propagarlas, hasta dar con la que hoy es su variedad estrella: el cacao PMA 12 o Cacao Pincay.
Ahora, el Ministerio de Agricultura y GanaderÃa le apoya con capacitaciones sobre post cosecha, manejo de cultivo, seguimiento a la plantación, además de fitosanidad.
“Nos motivó la necesidad como agricultor de no tener un material bueno de cacao; en esos años no existÃa el CCN en la provincia, por lo que empezamos a buscar materiales locales. Hoy la unión familiar nos ha llevado a obtener el mejor cacao de la zona, y porque no decirlo del paÃs” relata Máximo con orgullo.
Hoy el cacao PMA 12 tiene un alto rendimiento: en promedio produce 30 quintales de cacao seco por hectárea, aumentando a 40 en las zonas costeras de San Lorenzo y Eloy Alfaro, en la misma provincia de Esmeraldas.
Máximo define a su material como “un cacao fino que cuenta con un aroma especial a cacao frutal con nuez, lo que hace que el chocolate adquiera un exquisito sabor”, caracterÃsticas que le abrieron mercados en Quito y Santo Domingo, donde comercializa su producción en un promedio de 240 dólares por quintal, precio muy por encima del ofertado por otros materiales.
El cacao PMA 12, también cuenta con un lado social. Asà lo destaca Gladys: “Lo hicimos con un propósito, le dijimos a Dios que, si nos da esta variedad, no es solamente para nosotros, es para todos los campesinos necesitados de la zona”. La promesa la familia la cumple, ya que en muchos casos regalan el material a agricultores que lo necesitan.
Tras más de 20 años de trabajo el legado de Máximo y Gladys no es únicamente su cultivo, es el amor por la profesión de agricultor que heredaron a sus hijos. Leonardo Pincay, por ejemplo, sueña con mantener el trabajo de su padre y formar un propio legado a través de la industrialización de su plantación.
“A futuro quiero continuar trabajando con mi papá e intentar cerrar el
ciclo: no solo producir materia orgánica o producir pasta, sino tratar
de llegar al producto elaborado, para lo que aquà se produzca salga ya
listo para el consumo”, afirma Leonardo.
Fuente| El Productor (El periódico del campo)
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