Plagas y El Niño tienen en vilo a los arroceros

En La Tranca dan clases de fútbol. Son peloteros de los buenos, pero quienes les hacen goles a estos campesinos son las plagas. Las chinches, los barrenadores y los ácaros están acabando con el arroz. Ganan por goleada. Son las mismas plagas las que afectan a El Tejar, Alegría 1, Alegría Abandonada y Alegría Puente Colgante, desde donde es posible llegar por un camino asfaltado, pero con los baches que dejó el invierno, hasta la tierra del compadre Tulio: Pimocha (Los Ríos). Allí también están cosechando no más de 30 sacas (210 libras) de arroz por hectárea con un agravante, un aumento de costos por el combate a las plagas.
Juan, Pedro y Omar Franco; Efraín y Tomás Salvatierra no saben cómo enfrentar al barrenador, a la chinche, al ácaro blanco, a la hidrelia, a la sogata y al sanduchero. “Son nuevas en el país”, señala Juan, quien ve con desgano que nadie, desde el Gobierno, apoya al sector.
Demanda ayuda y que al menos alguien del Gobierno se aparezca para decirle qué hacer. Allí solo siembran en verano, porque durante el invierno el agua copa la tierra, las vías y a veces hasta las casas.
Entre diciembre y junio no tienen dónde trabajar, por eso tratan de sacarle provecho al verano, cuando cultivan arroz y pueden tener unas vacas más gordas y pollos para el seco, el estofado, la ensalada o el caldo. El ganado y el arroz son lo único que les genera recursos.
En la provincia de Los Ríos el año pasado fueron cosechadas 101.872 hectáreas, con una producción de 464.427 toneladas métricas ™ y en Guayas, 206 mil que dieron 889.011 tm.
El niño asusta. Ninguno de ellos sabe cómo controlar esos problemas. Julio y Walter Moncayo, del sector de La Jagua, entre Jujan y Babahoyo, desde este año ven cómo el caracol les genera gastos adicionales y posiblemente les provoque una menor producción. Temen que luego la sogata (transmisor de la cinta amarilla), el ácaro blanco y la chinche les afecten sus cosechas. En Daule los rendimientos bajaron a la mitad: 40 sacas. “Es más, creo que alcanzaremos a realizar una sola cosecha”, dice Julio.
Algunas de estas plagas provocan efectos que solo se ven cuando están formadas o maduras las espigas. Las consecuencias: vaneamiento, granos negros o marrones o también llenos de un almidón oscuro. Por eso es más complicado contrarrestar esos efectos.
En esa zona y en otras consideradas bajas hay otra preocupación, la posibilidad de que llegue el fenómeno de El Niño durante el tercer o cuarto trimestre de este año.
La temperatura superficial del mar frente a las costas de Ecuador sigue en dos grados superior a lo normal para esta época. Este es uno de los indicadores relevantes para la formación de un evento.
Agricultores de Samborondón, Daule, Salitre y Babahoyo temen que la llegada anticipada de las lluvias les deje pérdidas irreparables, por lo que no están dispuestos a sembrar una vez terminada la cosecha de los próximos 30 o 60 días.
Esto provocará una reducción de la producción, que se sumará a la contracción provocada por el ataque de plagas.
La historia es la misma en Daule, Samborondón, Milagro, Yaguachi, Nobol, Palestina, Salitre, Santa Lucía, Lomas de Sargentillo, Simón Bolívar.
Por eso, desde las cinco de la mañana cientos de campesinos que no hallan trabajo en el campo esperan “encuadrillarse” para conseguir un “camello” en las construcciones de Guayaquil.
Madrugan a la “T” de Salitre para ir a Guayaquil o a la zona de mejores ingresos de Samborondón, La Puntilla. En el campo solo hay destrozos, plagas que acaban con los cultivos y cada día más delincuencia.
A los campesinos les hace falta capital y asesoría técnica. “Sabemos producir el campo. Hemos logrado hasta 70 sacas por hectárea, pero los caracoles pueden hacer que esa productividad baje”, señala Moncayo.
El problema generado en los cultivos de arroz afecta a los ecuatorianos. En la Costa, el precio de la libra es de 45 centavos de dólar. Al año, cada ciudadano consume 105 libras, es decir, 47,25 dólares anuales con el valor actual.
Con los ajustes de los últimos días, los productores calculan que si la crisis en el agro sigue, el quintal de arroz pilado costará 60 dólares.
Jorge Rodríguez, quien maneja las arroceras del grupo Marún de Babahoyo, sabe cómo controlar una plantación: Después del semillero, a los 10 o 22 días realiza el trasplante, pero antes el suelo ha sido bien preparado: nivelado y muertos los caracoles con cinco kilos de Mulox por hectárea.
Luego deja secar las parcelas por 4 o 5 días. Eso impide el traslado de los moluscos. Ahí se controlan malezas y plagas.
Fuente: Diario Expreso | Elproductor.com

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